Hoy sera un día productivo ya termine de colocar las fotos de París y voy con el Cuento 2. Este es una descripción que me pidieron para lengua, es sobre una mujer, puede ser una mujer real o no, eso os lo dejo a vuestro criterio y a vuestra especulación. Es muy noña. Ciaoooooooooooooooo

Ella

Ella, siempre ella. Después de tantos años todavía recuerdo su imagen, su rostro, su cuerpo. Ahora os mostrare con mis palabras cada rincón de su cuerpo, para que de una vez por todas, comprendáis por que perdí la razón y volvería a perderla una y otra vez. Como decía antes, ella, siempre ella.
Su pelo era negro como una noche sin estrellas, era largo y rizado. Ceda vez que detenía mis manos en su pelo me quedaba maravillado. Jamas toque y jamas tocare algo tan sedoso, ni las ropas de seda con las que me visto provenientes del lejano oriente son tan suaves. Aveces me buscaba a mi mismo enredado entre su pelo.
Imaginaos una mañana clara de verano, todavía el sol no ha salido y el cielo es de un azul claro, casi blanco, pero lo suficientemente oscuro para ver las nubes. Así eran sus ojos. Cada vez que ellos se dignaban a mirarme hacían helar y calentar de una forma sin igual.
Sus labios eran carnosos y rojos. Eran como su pelo, de seda, todo en ella era suave y cálido. Recuerdo esa sensación que era por la que di y daría todo, cuando lentamente me iba acercando hacia su rostro y nuestros labios se unian en uno solo, hacían que mi alma escapara de mi cuerpo y se uniera lentamente, cálidamente, inimaginablemente con ella.
Como su rostro era su cuerpo, perfecto, suave y cálido. Su cuerpo era capaz de calentar tu alma que hasta en las noches mas frias del año te sintieras acalorado a su lado. Sus curvas te hacían perder el control y te quedabas colgado de sus caderas que tan graciosamente movía cuando andaba. Ella, era graciosa y una mujer inigualable, hacia que mereciera la pena levantarse cada mañana. Hacia, en definitiva, que vivir fuera bonito. Pero como todo lo excepcional dura poco y quiso la divina provinencia apartarla de mi lado, condenadome a una eterna soledad. Ella digna de la belleza suprema del mundo y de toda su gracia. Ella, siempre ella.